Empiece por diagnosticar su actual situación financiera, es decir, su capacidad de endeudamiento y haga un presupuesto en donde analice cuáles son sus ingresos y gastos, y cuánto es el dinero que tiene disponible para cubrir el pago mensual y oportuno del crédito que va a solicitar.

Para determinar la capacidad de endeudamiento, divida el valor que corresponde a sus deudas totales (obligaciones, servicios y gastos fijos por mes) sobre el ingreso neto que recibe mensualmente. Esta operación le permitirá identificar si está en capacidad de asumir una deuda, qué tipo de crédito podría solicitar, a qué plazo, y si en efecto puede cumplir con el pago de las cuotas del mismo de manera juiciosa.

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Capacidad de endeudamiento = Deudas totales / Ingreso neto
Capacidad de endeudamiento = Resultado (Número decimal)
Capacidad de endeudamiento = Resultado * 100
Capacidad de endeudamiento = Resultado

Por ejemplo:

Una persona quiere determinar su capacidad de endeudamiento. Sus deudas totales mensuales son de $250.000 y su ingreso neto al mes es de $900.000.

Entonces:

Capacidad de endeudamiento = $250.000 / $900.000
Capacidad de endeudamiento = 0,27
Capacidad de endeudamiento = 0,27 * 100
Capacidad de endeudamiento = 27%

Se considera como una práctica crediticia sana que la capacidad de endeudamiento sea menor o igual al 30% del ingreso. Si el porcentaje está por debajo, la probabilidad de que tenga situaciones de sobreendeudamiento es menor y la opción de acceder a un crédito es posible; pero si su nivel de endeudamiento es superior, lo ideal es que replantee el plazo y monto del crédito que quiere solicitar, de manera que su capacidad de endeudamiento le permita cumplir con la obligación que desea contraer.

Una vez haga el diagnóstico, determine cuánto dinero necesita y en qué lo empleará, las alternativas que le ofrece el mercado y cual se ajusta a su situación económica. Recuerde que las instituciones financieras que están autorizadas para colocar recursos a disposición del público ofrecen varios tipos de crédito, que según la necesidad a la que apuntan, se diferencian en la tasa de interés, y el plazo cambian según el riesgo de la misma.

Por ejemplo, el crédito de consumo es para quienes necesitan dinero a corto o mediano plazo, para adquirir bienes o servicios; el crédito hipotecario se usa para financiar la adquisición de una propiedad; el comercial es útil para que las empresas financien la adquisición de sus bienes, inviertan o multipliquen su patrimonio; y el microcrédito está diseñado para que las microempresas consoliden sus negocios.

Elegido el producto de crédito analice las siguientes variables, compare las alternativas que le ofrece el mercado y escoja la que mejor se ajuste a su bolsillo: